Escuchar a la niñez
Escuchar con Ternura significa escuchar a los niños, niñas y adolescentes para fortalecer la relación que los adultos cuidadores y educadores cultivan con ellos y ellas. Es dar un espacio para que su ser único e irrepetible se exprese y que encuentre un lugar donde es acogido con dignidad. Ese lugar es el corazón de quien los escucha. En ese sentido la relación horizontal, cercana y basada en la confianza es la condición fundamental para cultivar la escucha con ternura. Es en el contexto de este vínculo de amor que es posible escuchar con ternura.
El corazón es el órgano de la escucha con ternura, pues en él descansa la sensibilidad que hace posible escuchar la voz más profunda y auténtica de los niños, niñas y adolescentes. El corazón está atento a los gestos, miradas, posturas y expresiones corporales que no siempre son tomadas en cuenta por ojos y oídos, principalmente porque no siempre estos órganos están totalmente atentos, sino frecuentemente entretenidos por celulares y preocupaciones que impiden la escucha con ternura. Sin embargo, el corazón sensible y atento percibe lo que niños, niñas y adolescentes callan por miedo, falta de confianza o simplemente por no contar con las palabras. Es el corazón que siente el estado emocional de los niños, niñas y adolescentes permitiendo que la compresión de las experiencias y actos no se queden reducidas solo a los comportamientos y palabras expresadas.
Escuchar con Ternura significa escuchar a los niños, niñas y adolescentes para fortalecer la relación que los adultos cuidadores y educadores cultivan con ellos y ellas. Es dar un espacio para que su ser único e irrepetible se exprese y que encuentre un lugar donde es acogido con dignidad. Ese lugar es el corazón de quien los escucha. En ese sentido la relación horizontal, cercana y basada en la confianza es la condición fundamental para cultivar la escucha con ternura. Es en el contexto de este vínculo de amor que es posible escuchar con ternura.
La escucha con ternura empieza por reconocer que el niño, niña y adolescente que se expresa es un sujeto singular, una persona digna y plena. La Convención Internacional de los Derechos del Niño les garantiza el derecho a expresarse, ser escuchado y a participar en las decisiones que afectan sus vidas. Realizar este derecho implica cultivar la capacidad de escuchar y comprender su voz auténtica y también integrarla en la toma de decisiones procurando siempre el interés superior de los niños, niñas y adolescentes. En ese sentido la escucha con ternura se hace con el afán de incluir la perspectiva de los niños, niñas y adolescentes en cómo gestionar la vida cotidiana de las familias y comunidades.
Escuchar con ternura es el camino para comprender el sentido que los niños, niñas y adolescentes dan a sus experiencias de vida. Es el privilegio de descubrir su mundo, narrativas, explicaciones, preocupaciones, planteamientos, sueños y deseos. En ese sentido no es una escucha funcional para obtener información, ni manipuladora para oprimirlos dócilmente, sin uso de la fuerza dura, sino para conectar con la experiencia de ser niño, niña y adolescente, acompañarlos y aprender con ellos y ellas.

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